El contagio de la conciencia.
La primer forma de extensión de nuestro campo de energía es conectarnos con esa energía y ser conscientes de ella (con sólo concientizar que la tenemos, así la extendemos).
Para hablar del tema de hoy voy a apoyarme un poquito en un capítulo de la Undécima Revelación titulado “El contagio de la conciencia”; y digo apoyarme un poquito porque este tema me invita a deslizarme con mis propios conceptos (choreados de otros libros, por supuesto) y quizás alguno de ustedes busque en la Undécima Revelación algo que no figura en ese libro.
Parece que tenemos un campo de energía y algunos creemos que ese campo tiene un efecto sobre el mundo y lo que sucede. Muchos de esos algunos, sentimos que hay maneras precisas de ampliar y expandir ese campo de energía. A este expandir, el autor de la Undécima Revelación le llama extensión, y vamos a analizar 4 extensiones.
La primer forma de extensión de nuestro campo de energía es conectarnos con esa energía y ser conscientes de ella (con sólo concientizar que la tenemos, así la extendemos).
La segunda extensión sería dejarla fluir y estar atento: ver hacia dónde fluye.
La tercera extensión sería disponer de nuestro campo de energía para que influya y eleve el campo de energía de otras personas.
La cuarta extensión es ser conscientes de lo importante que es sostener la energía por encima del miedo o la ira o cualquier otra emoción negativa.
Entonces: todos tenemos un campo de energía, créase o no, todos tenemos un televisor. Lo primero es ser conscientes de que lo tenemos, y de que eso funciona.
Lo segundo sería encenderlo y ver la imagen que aparece. Ser conscientes de esa energía, dejarla fluir, ver cómo se manifiesta y hacia donde va.
Lo tercero sería reconocer el control remoto, y saber que puedo dirigir esa energía cambiando de canal.
Y por último, no engancharme con un canal de muertes, peleas, violencia y malas noticias.
El protagonista de este libro cuenta que odia a los japoneses, porque mataron a su familia y que le resulta muy difícil lograr la cuarta extensión cuando intenta enviar luz o buena energía a un japonés; porque aunque el ponja que tiene adelante no es el que mató a su familia, sus rasgos le recuerdan aquel suceso; y eso se llama “proyección del pasado”. Tu forma o algo que decís o hacés, me recuerda al maltrato de un profesor de Historia, y en ese instante dejo de relacionarme con vos y revivo mi relación con aquel profesor. Y pueden ocurrir dos cosas, (como mínimo): que vuelva a tener una actitud sumisa y temerosa, o que descargue sobre vos toda la furia que le debía al profesor.
Otra vez la solución es pasarlo al plano consciente. Pero lamentablemente para pasarlo a un plano consciente habrá que detectarlo y en general, no nos resulta fácil.
Una mujer me decía que con ella no bastó nunca pasarlo a plano consciente porque a pesar de haber hecho terapia toda la vida, y haber detectado perfectamente sus condicionamientos y sus pautas mentales, verlo no le había servido de mucho. Me gustaría explicar bien ésto porque puede ser muy útil. La vamos a usar a ella misma como ejemplo: el drama es con su madre de setenta y pico de años. Desde que esta mujer se separó su madre fue a vivir con ella, ocupando con el tiempo el papel de mamá de los niños. La mujer ocupaba el papel de hombre, yendo a trabajar y teniendo la última palabra frente a los hijos, y la abuela desempeñaba el rol de madre atendiendo la casa y los chicos y pasando quejas y reclamos. Ahora esta mujer quiere divorciarse de su madre, pero sucede que la anciana está enferma, se recupera estoicamente de cáncer y no tiene, por ahora, dónde ir a vivir. La mujer de esta historia ya carga con la culpa de la muerte de su padre, que entró en depresión y falleció de tristeza (según ella) cuando se casó con el hombre equivocado, del cual está separada. Por cómo viene el palo, no me parece que sea la persona indicada para rajar a una madre enferma a la calle; habrá que encontrar otra solución: firmar pactos, dictar nuevas leyes, hacer tratados y lograr una buena convivencia sin llegar al divorcio. Recuperar los roles, poner ciertos límites, prolijar un poco la cosa, hasta alcanzar la armonía perdida. El problema está en que esta mujer tiene muchas facturas con su madre, y cuando ella estornuda no es el estornudo lo que le molesta, sino de quién viene. No es el comentario de la madre lo que la saca de quicio, sino de quién viene y esto es “proyección del pasado”.
En “Un curso en milagros” hay una lección que dice “Sólo veo el pasado”. No estoy viendo a una señora de setenta y pico de años que estornudó en mi cocina, estoy viendo a una madre a la que le guardo rencor por cosas del pasado. Eso es pasarlo a plano consciente, ver que lo que me enerva del otro no es su actitud sino mi proyección del pasado. No basta con verlo en el diván, hay que verlo en la misma escena.
Bueno, volviendo al libro de hoy, al protagonista le costaba practicar la cuarta extensión con un japonés cuando quería irradiarle buena energía. Se trababa proyectando el pasado, y a veces no es necesario que alguien te recuerde el pasado para que te resulte difícil practicar la cuarta extensión.
Cuando me mudé, hace varios años, transferí a un banco de la zona el cobro de la pensión de mi mamá y casualmente me tocó en el banco donde mi suegro conoce desde el portero hasta al gerente; entonces me dio el nombre de la mujer a la que tenía que ver para evitar la cola de los pobres jubilados que se paran en la puerta desde las 8 de la mañana hasta las 10 en que abre el banco. Me acerqué a preguntar por esta mujer con toda la vergüenza que genera pasar por sobre todos y pedir un favor a una desconocida, y la tipa, lejos de aliviarme, después de decirle que voy de parte de fulano de tal, me saca de la mano los documentos de muy mal modo, al ratito me trae el dinero de la pensión con la misma cara de traste con la que me atendió, y me voy. Hablé con mi suegro y le conté que a la mujer no le había gustado nada que yo le pidiera el favor, y él me dijo que la conocía desde hacía muchísimo tiempo y que ella era así, medio tosca, pero que estaba todo bien.
Al próximo mes, voy otra vez al banco y con la misma cara de traste me dice que el pago es al día siguiente. Ni hablarle de que era 15 y mi vieja cobra los 15. Me fui y volví el 16, recibiendo el mismo mal trato. Al mes siguiente, me encontraba en el baño terminando de arreglarme para ir al banco y tomo la precaución de llamar antes de ir para ver si era la fecha de pago, masticando bronca mientras me atendían. Yo sé que al mejor cazador se le escapa la liebre, pero gracias a Dios en el baño hay espejo, y me agarré in fraganti cuando, puteando, esperaba que esta mujer se acercara al teléfono. Me miré y me dije asombrada: -¿Qué estás haciendo? ¿Por qué no cambiás la energía, y en lugar de refunfuñar contra esta mina no tratás de ver su Cristo interior? Por qué no pensás que es una mujer que puede estar enojada con la vida, una mujer a la que le pueden estar pasando cosas...
Mientras estaba disponiendo mi campo de energía llena de compasión, atiende esta mujer de mal modo como siempre, pero con una milagrosa diferencia: cuando por rutina le dije, -Hola, ¿cómo estás?- me contestó “más o menos” con lo cual por supuesto deduje que me estaba invitando a escucharla, y le pregunté por qué más o menos, y me contó que acababa de perder un bebé y que lo perdió justamente porque tiene muchos problemas. Su marido está sin trabajo, y bla, bla, bla.
Fui, cobré, y ahora tardo más que haciendo la cola, porque cada vez que voy hacemos una terapia de una hora, mostrador de por medio.
Moraleja: para los católicos: Mi Cristo interior saluda a tu Cristo interior para que se manifieste y alcancemos perfecta armonía; y para los demás, un saludo de los nepaleses: Namasté, que significa “veo en tus ojos la chispa divina”.
Así es que antes de relacionarme con alguien, extender el campo de energía hacia él, convocando a su mejor “yo”, su “yo” esencial, para entablar una buena relación.
En este encuentro junto a Roberto Rosler, me sumerjo en el tema del duelo, pero no desde cualquier lugar, sino desde la neurociencia. 🧠💔
Juntos exploramos cómo funciona nuestro cerebro ante la pérdida, y compartimos herramientas prácticas y emocionales que nos permiten transitar ese dolor con resiliencia y esperanza. 🌱
Es una conversación profunda, de esas que transforman, donde intento acompañarte a sanar y transformar el dolor en un camino de autoconocimiento.
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Hoy te llevo conmigo a recorrer el encanto de esta ciudad que me atrapó con su historia y su gente. 🚐✨ Cada calle, cada mirada, cada rincón me invita a descubrir más, y quiero compartirlo con vos.
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